Por Eloy Garza González
El pasado 15 de septiembre comencé a impartir un curso intensivo de literatura para la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Es un curso programado para cuatro semanas y terminará el próximo miércoles 6 de octubre. Se titula “De aquí no se va Nadia: enfermedad y muerte en obras autobiográficas modernas.”
Fue tan inesperado el éxito del curso que quisieron inscribirse más de 350 personas. Sin embargo, decidí acotarlo a pocos participantes para volverlo más personalizado.
¿Por qué el éxito de este tipo de cursos? Porque la pandemia nos inspira a buscar alivio en las letras, a fin de sortear este encierro generalizado, a veces tan desesperante.
Lo dice nuestro querido Alfonso Reyes: “El aislamiento es una dolencia que deja margen a la meditación y determina un clima propicio para el examen de la propia conducta”.
Quizá esto fue lo que convocó a tantos interesados en mi curso: se trata de una meditación literaria que impartí de manera altruista como agradecimiento sincero a la UANL, por la formación que recibí de ella. Sin embargo, detrás de este esfuerzo de estudio y de investigación, ha estado presente una figura pública que, para muchos, es el promotor más representativo de las artes en Nuevo León.
Es el Dr. Celso José Garza Acuña, secretario de Extensión y Cultura de la UANL, hijo del recordado historiador Celso Garza Guajardo, a quien conocí siendo yo muy niño porque fue uno de los amigos más entrañables de mi familia.
Garza Acuña ha promovido desde que asumió su honroso cargo en el 2016, más de 8 mil actividades culturales y este encuentro permanente e incansable con las artes al que han asistido más de 2 millones de personas, trasciende los campus universitarios para bien de Nuevo León y del norte del país.
Honor a quien honor merece. Digan lo que digan de nosotros los norteños, somos un pueblo libre, sensible, creativo y muy crítico gracias a personalidades visionarias como el Dr. Celso José Garza.
Los más de 214 mil estudiantes de bachillerato y nivel superior que integran la UANL, reciben no solamente educación formal, sino un caudal de valores regionales y de expresiones artísticas, sin excepción. Este patrimonio cultural invaluable quedará para la posteridad, sólo si sabemos cuidarlo y preservarlo. Y a diferencia de otros espacios universitarios, la UANL ha mantenido el pulso de sus iniciativas de creación y difusión artística durante la pandemia, a un grado de excelencia, mediante programas como “En casa unidos con cultura”.
Eso implica aprovechar correctamente las redes sociales donde se han transmitido hasta ahora, en épocas del Covid-19, más de 700 eventos artísticos o cursos en línea con 2.4 millones de visitantes registrados en la Feria del Libro UANLeer, el Festival Alfonsino (que es uno de mis preferidos) y la Escuela de Verano.
Todo gracias a que Celso José Garza no es solo un gestor de recursos sino también un humanista sensible, creativo y democrático.
Yo he insistido en muchos artículos míos que la Universidad Autónoma de Nuevo León es el eje de la cultura en el norte del país y sus aportaciones son modelo a seguir en otras latitudes, alentando la flama de la verdad pero también la flama de las artes, que nos seguirán haciendo libres.