Por Eloy Garza González
Ayer se ventiló a nivel global una investigación llamada «Papeles de Pandora». Casualmente ayer también se cayeron Facebook, Instagram, WhatsApp, entre otras redes sociales, durante seis horas. Sus acciones se desplomaron en los mercados de valores, pero eso será motivo de otro análisis.
Se supone que los “Papeles de Pandora” implicaron una investigación periodística de gran alcance planetario sobre sociedades offshore, entidades creadas en un país diferente a donde viven sus beneficiarios.
El pequeño detalle que les faltó aclarar a estos investigadores estriba en que las offshore son instrumentos financieros perfectamente legales. En muchos de estos casos no hay ningún delito qué perseguir.
Son comunes para el manejo de grandes recursos totalmente lícitos. Hay registros de más de 14% del PIB Global manejado mediante sociedades offshore, así que cuidado con desacreditar sin más este esquema financiero.
¿Dónde está el verdadero problema que dicen evidenciar los «Papeles de Pandora»? ¿Por qué tanto escándalo? ¿Por qué supuestamente exhiben el lado oscuro de la luna, como diría Pink Floyd, algunos de cuyos integrantes también forman parte de sociedades offshore?
Amarillismo. En la era de las redes sociales y de las fake news, a una buena parte de los seres humanos nos gusta exagerar.
Por eso hay tres tipos de mentiras: las mentiras completas, las medias verdades y las exageraciones. Otros añaden una cuarta mentira que son las estadísticas. En fin: omito mi opinión al respecto.
Ahora bien, en los «Papeles de Pandora» hay infinidad de empresarios que pagaron sus impuestos en los países donde residen y al mismo tiempo buscan incrementar sus ganancias mediante offshore.
Esto es una acción lícita. Se vale. ¿Entonces cuál es el verdadero problema? Que muchos inversionistas de sociedades offshore no son emprendedores, ni empresarios, ni nada que se le parezca: son políticos. De izquierda, de derecha o ambidiestros.
Mediante las sociedades offshore y con el envío de sus cuantiosos recursos a paraísos fiscales esconden lo que se robaron del erario público.
Más que paraísos fiscales, lo que buscan estos políticos es la cueva de Ali Babá y sus cuarenta ladrones (ellos son el 41 de este baile).
Estos políticos ocultan sus fortunas, tienen activos secretos, evaden impuestos, y se salen con la suya. Sus nombres no necesariamente aparecen en los publicados por los «Papeles de Pandora».
Esto es apenas el principio de posteriores investigaciones. Pero dichos políticos representan la escoria de la gente de poder. Muchos de ellos son mexicanos. E incluso varios son de Nuevo León.
Ayer, casualmente el senador del PAN Víctor Fuentes le envió una carta al gobernador Samuel García pidiéndole una «profunda y exhaustiva revisión de todo lo realizado por el gobierno de Jaime Rodríguez, especialmente de todos y cada uno de los tantos escándalos que dejaron una pésima percepción durante su gobierno».
Yo estoy seguro que Samuel García ya está tomando cartas en el asunto. Desde antes de su toma de protesta en el Teatro de la Ciudad.
Muchos nuevoleoneses opinamos igual que Samuel García: deben terminarse en Nuevo León de una buena vez por todas con los pactos de impunidad.
En su carta pública al gobernador, el senador Fuentes también pide iniciar «los procesos de auditoría y las denuncias correspondientes para quien traicionó la confianza de los ciudadanos, pague por ello».
Hace varios años se ventilaron los «Panama Papers», procedentes de la firma panameña Mossack Fonseca. Ahí se exhibieron las fortunas mal habidas de muchos políticos mexicanos transas. Ahora aparecen, corregidos y aumentados los «Papeles de Pandora».
Ya veremos cuantos más papeles se descubrirán. Y si esta papelería armará una bronca contra varios broncos que se brincaron la tranca en la más vil impunidad.