Por Obed Campos
Cuando la violencia por el desempleo y el hambre, más la inflación y la fuga de capitales nos alcancen, me pregunto yo, irá a haber tantos y tantas dispuestos a seguirle boleando los zapatos (que por cierto, casi nunca trae limpios) con la lengua a López Obrador.
Y se me pasaba, que ante esos verdaderos jinetes del Apocalipsis de petatiux, seguramente serán los delincuentes que ahora medran, los que controlen totalmente al país…
Pero ante este negro escenario la gran cuestión es qué puede hacer López Obrador para tratar de salvar lo que le queda de mandato. ¿Tendrá ganas de dar el golpe de timón que logre dar un viraje del navío mexicano, o seguirá en su plan de animal político y boxeador ciego y sordo, bueno para ganar elecciones, malo para administrar?
Porque los frutos de su (mal) mandato son palpables, la inflación se dispara, en una economía que se constriñe, la inversión privada (y satanizada) no existe y lo peor, hay una escasez cada vez más oscura de medicinas.
En tanto, líderes delincuenciales y gobernadores que los acompañan dirigen la política partidista, y se les premia con puestos en el servicio exterior.
Asimismo, López presume como logro suyo que suban las remesas de los paisanos en el extranjero, mientras aumenta la emigración de mexicanos… Cómo si fuera él o sus allegados los que se chingan las espaldas en los campos de algodón o pizcando las naranjas…
Por cierto, Andrés no fue noticia ni en los Estados Unidos ni en Canadá, a pesar de la “cumbre” y a pesar de que se gastaron sus buenos dólares en acarreados, casi todos centroamericanos, que ondeaban las banderas mexicanas al paso de la comitiva.
Pero acá en México, de regreso, a los capitales de todos los tamaños les nacen alas y vuelan, y seguimos y seguiremos dependiendo de las remesas.
“El querido presidente”, como lo llaman algunos zalameros, pudo pasar a la historia como un grande, sin los aspavientos de andarse comparando con Juárez o Cárdenas, pero le ganó el desmadre y el exhibicionismo. Imposible borrar aquella imagen de sus anotaciones en las rodillas en un papel de estraza (sí, de esos que se usan para envolver tortillas, que por cierto, están más caras que nunca en este sexenio) en el que según él proyectaba el Aeropuerto Felipe Ángeles, en el cual los aviones “no chocan, porque se repelen…”
Así, el rumbo del país se viene decidiendo por encuestas de aprobación levantadedos, mientras que ni Andrés ni su 4T ocultan sus intenciones de mantener el poder al precio que sea.
Pero lo peor no es la 4T sino la ausencia de una oposición real y no de políticos que desde las cámaras estén a la espera de ver qué negocio les cae esta semana.
Eso sí, se está gastando verdaderas fortunas en alimentar y mantener un ejército de orejas, fanáticos y lameculos, propagandistas que en lugar de recibir un hueso, apenas alcanzan el aserrín.
La palabra de este régimen es la impunidad, porque no aplica la ley y no mete a nadie en la cárcel, ya que su negocio es el pleito, el que le da votos, aunque no se da un tiro verdadero con nadie, porque le saca al nocaut.