Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
“Cuando Javier Aguirre llegó al Osasuna, se fijó como objetivo permanecer en primera división. Tenía jugadores de cuatro continentes para tal efecto. Los extranjeros llegan para la victoria absoluta de la Champions o la victoria menor de seguir vivos”, escribe Juan Villoro en Dios es redondo (Planeta, p. 90).
Los objetivos históricos de Aguirre no corresponden a los objetivos inmediatos de los Rayados de Femsa, empresa cuyo objetivo no es permanecer en la primera división de las cerveceras nacionales, al contrario, Eva Gonda dio el salto cualitativo para ser una de las influyentes accionistas de Heineken, a través de José Antonio “el Diablo” Fernández (el Mundial de Clubes es una cascarita comparado con la Libertadores o la Champions).
La declaración de Javier Aguirre después de la descalificación de Rayados fue abominablemente sublime: “Somos una plantilla corta y (lo) ves en el banquillo de hoy, es lo que tenemos casi todo el año, jugaron chavos de Expansión, jugaron 8 en toda la temporada, muchas fechas FIFA, muchas ausencias, lesiones, en selecciones”.
A Jaime Rodríguez Calderón los empresarios le heredaron una Fuerza Civil en forma, y la destruyó con jugadores como Aldo Fasci Zuazua. El gobernador constitucional Samuel Alejandro García Sepúlveda decidió mantener al centro delantero Fasci en Seguridad, y al líbero, Carlos Garza Ibarra, en Tesorería. Estos lastres, estos refichajes, terminarán por hundir más al equipo: el nuevo Nuevo León es el viejo Nuevo León.
Aldo Fasci Zuazua cuando no está en el poder, está en el joder. Su victoria menor es seguir vivo, políticamente. Nunca ha sido apto para el puesto, pero su ineptitud perenne es avalada por su yerno, el jefe de la Oficina Ejecutiva del gobernador, el ¿socio? de Samuel Alejandro, Miguel Ángel Flores Serna.
Pierre André Gignac trajo a su compadre, Florian Thauvin, a los Tigres y su torneo fue un 5 de Mayo permanente, mala decisión de la directiva felina. En el futbol, el compadrazgo y el amiguismo prefiguran la derrota pero, en política, abren la portería al autogol, a la ruina. Una recomendación de la antigua política desde Cayo Julio César: “No designemos amigos, hagamos amigos a los designados”.
Para los netflixianos la serie “Narcos” descorre lo evidente: la delincuencia y el poder público son un amasiato. Si la estrategia de la creciente ola de violencia que se padece en Nuevo León es no “molestar” a la delincuencia, habrá qué analizar a cuál de las diferentes delincuencias se va a molestar y a cuáles no se va a molestar. El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, además de exportar a sus empresarios transportistas, ¿también exportará la violencia organizada de su estado?
En la trifulca mediática por venir, Samuel Alejandro debería recordar a Eduardo Galeano: “Somos porque ganamos. Si perdemos, dejamos de ser (…) En el fútbol, como en todo lo demás, está prohibido perder” (El fútbol a sol y sombra, Siglo XXI, p. 230). ¿Pensó el gobernador acaso en sus fichajes del gabinete, en los viciados e ineficientes funcionarios repetitivos? ¿En los de la vieja política como Carlos Garza Ibarra y Aldo Fasci Zuazua?
No sé qué vayan a hacer los Rayados con el inepto de Javier Aguirre quien, como Aldo, es más hocicón que eficaz. La estrategia de ambos no es triunfar, sino sobrevivir de sus sendos presupuestos (y lo que eso acarrea). Apenas empieza el partido de gobernar Nuevo León y la “plantilla corta” ya duele: ¿está, gobernador, prohibido perder?