Por José Jaime Ruiz
La primera gran crisis mediática les cayó a Mariana Rodríguez Cantú y al gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda por donde menos lo esperaban: acoger al bebé Emilio en su casa el fin de semana pasado. Las redes sociales cuando no dan vida, matan, y esa muerte simbólica ya la padece la pareja del Palacio de Cantera.
Siempre hay que aprender en cabeza ajena, esa es la lección del anterior gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón. El Bronco quiso convertir a las redes sociales en política pública de comunicación social, junto a su publicista, Memo Rentería… fallaron. Nunca hay que confundir la publicidad y la propaganda con la comunicación política, menos con la comunicación social. Glen Villarreal Zambrano puede ser el Memo Rentería de este sexenio.
Después de los 100 días, Samuel Alejandro tiene que sortear esta crisis mediática, política y jurídica: protestó cumplir y hacer cumplir la ley. La Comisión Estatal de Derechos Humanos de Nuevo León va a hacer nada, o muy poco. No quiere confrontar a la pareja. Olga Susana Méndez va a hacer como que hace, pero sin consecuencias tangibles.
“Que se implementen los mecanismos pertinentes para que todas las áreas a su cargo cumplan con la protección de la imagen, privacidad e intimidad de los menores, esto con el fin de prevenir posibles violaciones a derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes”, ¡ajá!, exhorta la Comisión de Derechos Humanos en una tímida y sometida recomendación.
La curva de aprendizaje ya se dio: hay que usar, pero no abusar de las redes sociales. Quiéralo o no, Mariana Rodríguez Cantú asumió el puesto de primera dama y, por tanto, su actual trabajo trasciende su labor como influencer. Tiene que cambiar el chip: con el caso del bebé Emilio, Mariana mostró que le interesa ser más influencer que titular de Amar a Nuevo León, la oficina que dirige en el gobierno del estado.
Mariana puede dar un golpe de timón y salir de la zona de confort del DIF. Mariana, hasta ahora, no ha demostrado horizontalidad social y su oficina y acciones son reducidas. Tendríamos que renombrar a Amar Nuevo León simplemente a «Amar a Capullos».
Ha sido un acierto de Samuel Alejandro atender la vulnerabilidad de los niños con cáncer en Nuevo León. Mariana puede atender otras vulnerabilidades, no sólo las que existen en el Centro Capullos. Ahí están los vulnerables haitianos; ahí están tres grupos indígenas originarios que habitan en el municipio de Juárez, que son mixtecos, náhuatl y mixes (el alcalde de Escobedo, Andrés Mijes Llovera, ya avanzó en el asunto en su municipio, tal vez Mariana debiera recibir sus consejos); ahí siguen los feminicidios y la violencia contra las nuevoleonesas; sigue muy vulnerable la comunidad lésbico-gay (no sé si se informó de lo que le sucedió en el Canal 28 a Jerry Garza).
Para avanzar, Mariana tiene que redefinirse. Dar vuelta a la página del fin de semana e interiorizar que su labor de influencer, al menos durante este sexenio; está sometida a su trabajo de primera dama, no al revés.
Óyelo tú, Mariana; entiéndelo tú, Samuel Alejandro.