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Por Félix Cortés Camarillo.

Nuestra sabiduría popular –y dale– asegura que chango viejo no aprende maromas nuevas. Más sabe el diablo por viejo, y esas cosas.

Los mexicanos hemos estado sometidos, durante los últimos ocho meses, a un curso intensivo de entrenamiento en nuevas machincuepas, en las que la palabra reforma ha sido el eje central del pensamiento del gobierno: reforma fiscal que hay que olvidar, reforma energética que no se debe respetar, reforma educativa que de plano tenemos que abrogar y, sobre todo periódico Reforma.

Me consta que el catecismo –inducción dogmática para los menores en la Iglesia Católica–, es imposible de asimilar si no se tiene una aguerrida vocación ovina. Esa es la misma que se espera de los mexicanos ahora de parte del gobierno, que nos trajo un nuevo silabario cívico que no podemos aprender, pero que tenemos que obedecer.

Los burócratas mexicanos que conservaron su chamba, a pesar de sus reducidos salarios, tuvieron que aprender con mi querido Armando Manzanero, arreglista de cabecera del régimen, que la semana tiene más de siete días y que trabajar sábados adicionales –y si es preciso domingos– es un privilegio de servicio social.

Los padres de familia aprendimos ya que nuestros niños tienen el pase automático en la primaria sin saber la O por lo redondo, que la maestra de la escuela no tiene que certificar su capacidad para enseñar como el piloto de un avión comercial en los que viaja el presidente López tiene que ratificar su licencia cada cierto lapso.

Tuvimos que aprender que las decisiones del Ejecutivo son incontrovertibles e indiscutibles: van porque van y me canso ganso. Que en política exterior no somos capaces de ponerle un alto al presidente de los Estados Unidos; vamos, ni siquiera al tirano Maduro, de Venezuela.

Aprendamos, pues, a tomar cerveza al tiempo.

O, como dice la sabiduría popular, a comer el arroz con popote, el caldo con tenedor y a tomar la coca cola hervida.

¡Aguas!

PILÓN. – En las elecciones generales españolas de ayer domingo no hubo sorpresa alguna cuando te hallé. Si acaso, el hecho más importante es la derrota del abstencionismo. Los españoles fueron a las urnas en casi un ochenta por ciento del padrón: nosotros ni con el acarreo nos pudimos acercar a ese número.

Las votaciones las ganó el PSOE, que es una mezcla de izquierdas rezagadas, rejegas o ignorantes que nació a partir de las Comisiones Obreras, que así se llamó el Partido Comunista Español que durante la Guerra Civil desde Moscú manejaba en Madrid Santiago Carrillo, además de todos los centristas que no encontraron acomodo en los partidos derechistas surgidos a la muerte de Franco.

Ganó el PSOE las elecciones de ayer pero no obtendrá la mayoría calificada en el Congreso, para que su presidente, Pedro Sánchez, repita como presidente del gobierno español. Por lo tanto, el próximo gobierno español tendrá que ser de coalición, de pacto, de alianzas; la derecha española, pulverizada por sus pugnas internas, dejó al Partido Popular, el partido de Rajoy, sin el apoyo de Ciudadanos y –sobre todo– del partido Vox casi nazi, que obtuvo un incremento en sus curules de mucha importancia.

Europa toda –y México debiera entenderlo– está entrando en la realidad de que ya no hay partidos únicos. Que solamente puede haber gobiernos de coalición, de compromiso.

Sólo que compromisos serios.

felixcortescama@gmail.com

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Autor: lostubos
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