Por Francisco Tijerina Elguezabal
“A la velocidad de la luz, todos se fusionan con todos. La identidad privada desaparece.” // Herbert Marshall McLuhan
Parecen cosas triviales y sin importancia, pero resulta que con la modernidad, al ser cada vez más ciudadanos del mundo, hemos ido perdiendo valores e identidad.
Hoy ser “regio” o “norteño” se aprecia en detalles y aspectos muy distintos a los de hace algunos años. Nos queda la carne asada, el cabrito (a unos cuantos), tomar cerveza (a unos muchos) y los Tigres y Rayados, pero de ahí en fuera…
Disfrutando de unos videos que mi querido compadre Obed Campos le grabó a Juan Jaime Gutiérrez, “El Conde de Agualeguas”, en los que contó sus acostumbrados chismes y tallas norestenses, caí en la cuenta de que hemos ido perdiendo identidad y personajes.
Para los jóvenes de mi generación era obligado saberte todas las canciones de “El Piporro”, diálogos intermedios incluidos a la letra; imitábamos a Don Cruz Treviño Martínez de la Garza, contábamos los chistes de “Chis Chas” o reíamos con “Chelelo” y disfrutábamos de la música de “Los Relámpagos del Norte”, Cornelio Reyna y Ramón Ayala.
Hoy la rifan “Pesado” y otros grupos, pero no tenemos personajes. Se ha avanzado muchísimo en la producción musical, pero hemos perdido en la esencia, a grado tal que en la metrópoli es sumamente extraño ver a personas vestidas con ropa vaquera, como sucedía hace unos cuantos años y que era un atuendo que nos caracterizaba.
Será el sereno, pero prefiero a los personajes de mi tiempo que a los actuales como “El Perro Guarumo” o Chavana.
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