Por Félix Cortés Camarillo
Además de que no puedo, no quisiera imaginarme la eventualidad de que la selección mexicana de futbol pudiera avanzar a una segunda ronda en el campeonato mundial de futbol soccer que se va a celebrar a finales de año en Qatar. Sería el acabose.
Si así, con el paupérrimo desempeño de lo que hace varios decenios Manuel Seyde bautizó en Excélsior con acierto como “los ratoncitos verdes”, más de ochenta mil mexicanos estarán presente en ese torneo, imagínense si hubiese la posibilidad de ganarle a Arabia Saudita, empatar con Polonia y perder con Argentina en la primera vuelta, calificando para seguir en las lejanas tierras.
¿Se le hacen muchos ochenta mil mexicanos? Yo no invento los números. Al inaugurar la nueva sede de la embajada de Qatar en la Ciudad de México, don Marcelo Ebrard anunció que el gobierno de la cuarta simulación ha creado un equipo especial para atender a los mexicanos que estarán asistiendo al evento, en todo lo que se les ofrezca, estimando que serán más de ochenta mil. ¿No que no puede haber gobierno pobre con pueblo rico? Ha de ser la austeridá.
El costo de los boletos para los juegos de México anda ya en los mil dólares, el más bara. No hay aerolínea que lo lleve por menos de 50 mil pesos, en 28 horas de vuelo. Los hoteles más modestos cuestan cinco hoy mil Riyas la noche, esto es dos mil quinientos dólares americanos. Sígale con los gastos de viaje y haga sus apuestas…
No quisiera estar a cargo de la oficina en Doha mencionada por el canciller Ebrard. Imagínese usted andar sacando del bote a los mexicanos que, pedotes, se mearan en el equivalente musulmán a la tumba del soldado desconocido, como hace años lo hicieron unos paisanos nuestros en el Arc d´Triumphe. O atendiendo en hospitales a rijosos huehuenches que se liaron a golpes con los hooligans de lana. O salvando el honor de los beodos mexicanos que -como aconteció en el mundial de Brasil- le andaban echando los canes a bellas esposas de pudientes y fornidos locales. No, muchas gracias.
Prefiero que el honor patrio quede en los botines de los ratoncitos. Yo me ahorraría esa lana. Si la tuviese.
PILÓN PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): señor presidente, muchas gracias por la receta, pero llega un poco tarde. La leyenda pública, que Vicente Fox no ha desmentido jamás, afirma que la solución a la violencia emergente acelerada en México durante su sexenio por las muchas bandas del narcotráfico organizado, fue pactar con ellas la división del país, y asignarles zonas. De aquí pa´lla, los de Sinaloa; de allá pa´ca, los del Golfo. En medio, los de en medio. Eso sí, no se vale cruzar fronteras. Santo remedio que usted acaba de redefinir. Dice usted que en los estados en donde manda solamente una banda -y puso el ejemplo, oh sí, de Sinaloa- no hay homicidios (sic). Los malitos se matan entre ellos o enfrentan a la policía, nada más en los estados donde hay la maldita y neoliberal competencia por los territorios. Fácil, pues. Cuestión de, como se atribuye a Churchill haber dicho sobre la configuración del Medio Oriente en 1921, con un mapa en la mesa, un vaso de whisky en una mano y un lápiz en la otra, dividir el territorio nacional y asignarlo a las bandas, como lo hicieron con el Medio Oriente Churchill y sus pares.
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