Por Francisco Villarreal
Humanamente imposible evitar la parte medular de las fiestas del Grito nacional este año. El interdicto pandémico había quedado a deber a la raza su comunión patriótica. Además, fue “nota” mundial, aunque sólo represente el cumplimiento de una tradición muy mexicana. No fueron tontos los constituyentes de Apatzingán al declarar el 16 de septiembre como fiesta nacional. Lo del 15 es otro cuento porfiriano ya muy contado. En esta ocasión, noté que pieles muy sensibles se erizaron con los tres “mueras” que lanzó el presidente. ¡Qué tontería! Nadie está seguro de qué fue lo que dijo don Miguel Hidalgo a sus feligreses la mañana del 16 de septiembre de 1810. Es curioso que ni en esa época se coincida en los presuntos “vivas”, pero casi todos coinciden en los “mueras”, uno sólo: “¡Muera el mal gobierno!” De entonces a la fecha, el “grito” ha añadido “vivas” a pasto y a conveniencia del gritón en turno. Esta vez nos topamos con tres “mueras” que nadie en su sano juicio tendría razón para objetar: “¡Muera la corrupción! “¡Muera el racismo! ¡Muera el clasismo!”. Quienes rechacen esas consignas son quienes merecen que se las griten en la cara.
Los “mueras” de don Andrés no fueron conciliadores. Algunos de sus detractores de todo tipo, incluso expresidenciales, bien que lo merecen. Pero la desastrosa campaña que se sigue aplicando contra la 4T, y contra don Andrés en particular, ha tenido consecuencias inesperadas e indeseables. La “oposición” se ha asimilado tan bien a su papel obsesivo, que no le importa ubicarse en una identidad con tal que sea opuesta a la que presume su odiado presidente. Inadvertida y a veces deliberadamente, se ponen el saco de clasistas, racistas, corruptos, ¡lo que sea para enfrentar a don Andrés! Así lo percibe la gente común: definición por oposición, “si no es así es asado”. De esta manera se acota más aún a las fuerzas opositoras el régimen. Sin querer queriendo, una jugada política. Si don Andrés hubiera gritado y enfatizado un “¡Muera el mal gobierno!”, hubiera sido más apegado a la historia y más equitativo por cuanto a lo que eventualmente pudiera reclamársele.
Mientras esté en gestión, no se puede asegurar que don Andrés sea el mejor presidente que haya tenido México, porque las grandes obras de un sexenio sólo son moñitos que lo adornan, se gobierna el presente para administrar el futuro, sólo pregunten a Samuel García como le está yendo en este bronco futuro. Don Andrés sí es mejor comparándolo con algunos sinvergüenzas recientes que no es difícil superar, hasta don Porfirio es un prócer impoluto comparado con ellos. Esto lo pone entre los menos peores, lo que ya es ganancia. Vale decir que don Andrés ha sido inteligente (aunque en los insultos comunes se le tache de tonto), porque con pocas ideas ha sistematizado respuestas efectivas a los ataques. Y no se requiere demasiada inteligencia para eso; la oposición misma ha demostrado que fuera de los intereses económicos que en realidad defienden, nada los cataliza. Proponer el odio contra un hombre como factor de unidad nacional es retroceder al tribalismo. Poner a los gobiernos inmediatos anteriores como ejemplo, sólo muestra que este régimen no es un intruso político sino económico. No, no estábamos mejor antes, aunque no estemos mejor hoy. La propuesta de la 4T es peligrosa, no por sus objetivos sino por los intereses que afecta. Su populismo se oye agresivo para quien no es popular. Su socialismo apesta; sí, apesta a la ignorancia de quienes todavía leen tebeos “democráticos” que datan de la “Guerra Fría”. Porque hasta la rancia monarquía ha tenido que ajustarse a los tiempos y las circunstancias.
A estas alturas, y luego de la debacle de Va X México, tengo mucha curiosidad de ver cómo el PAN, notorio líder de esa coalición de partidos, hace malabares retóricos para romper con Alito sin romper con el PRI. ¿Alianzas estratégicas locales? ¿Promoverle un golpe de estado al campechano? Tal vez los priistas necesiten aliento externo para deshacerse de tan funesto personaje. Si dispusieran de más tiempo, una salida muy inteligente sería usar la estrategia tártara. Así como la “Horda de Oro” lanzó cadáveres infectados con peste bubónica al puerto de Caffa en el siglo XIV, la “Horda de don X” puede arrojar a Alito entre las filas cuatrotetistas y dejar que la infección haga su chamba. Quién sabe si aún pueda funcionar el truco. Les urge hacer algo al PAN y al señor X, porque esta aparente dispersión hace imposible diseñar buenas estrategias electorales. Con PRI, sin PRI, o con algo del PRI, de verdad espero que replanteen sus campañas y, ante todo, que entiendan que hasta ahora no han enfrentado al presidente sino a los ciudadanos, unos contra otros. Su guerra no es la nuestra, y sí la de los tres “mueras” de don Andrés quien, con la mano en la bandera, casi llama al ciudadano a preparar la credencial de elector con la bayoneta calada.
Mientras a algunos todavía se les sigue retorciendo el hígado por los “mueras” presidenciales y sus ecos políticos, los rescoldos de Va X México deberían poner más atención a los resultados del congreso morenista y su ensamble de alianzas. Hasta un loco que se crea Napoleón sabe que no se ataca al enemigo en sus fortalezas sino en sus debilidades. Aunque lo veo difícil cuando en dos años ni se enteraron de que tenían al enemigo en casa (Está “el tres pa’l ocho”). No hay nada más antidemocrático para una democracia que tener una oposición engreída e incompetente.