Por José Jaime Ruiz.
¿Por qué los mexicanos tenemos que asumir los costos de Honduras, El Salvador, Guatemala y otros países centroamericanos? ¿Por qué tenemos qué cargar con sus gastos de ineficiencia y corrupción? A ver, ¿cuántos costarricenses o panameños andan en caravanas migrantes? ¿Por qué México tiene que soportar a los países con gobiernos fallidos? ¿Por qué nuestra economía tiene que sufrir por la torpeza de otros? ¿Por qué nuestras comunidades, ahí está Tijuana, tienen que aguantar vara?
Los migrantes centroamericanos no son perseguidos políticos como sucedió, y acogimos con beneplácito, al exilio español en la época de Lázaro Cárdenas, o los exiliados, por ejemplo, de las dictaduras chilena o argentina. En la época neoliberal existió una gran migración mexicana a los Estados Unidos, no podía ser de otra manera. La pobreza, la violencia, la falta de oportunidades, lo provocaron. La Cuarta Transformación, se dice, acabará con ese flujo y ya no habrá necesidad de que mexicanos tengan que ir al norte.
La fórmula del presidente Andrés Manuel López Obrador es una ecuación fallida. Pide que Estados Unidos y México invirtamos en Centroamérica para abatir la pobreza y la violencia. ¿Qué nos garantiza que esos gobiernos corruptos no se queden con esa inversión? Nada, absolutamente nada. Si aquí empezó la honestidad valiente, allá nunca acabará el saqueo.
La retórica, como toda retórica inútil, de López Obrador: “…a todos los que por necesidad se buscan la vida y salen a otras partes, a quienes se echan a andar porque no tienen oportunidades de trabajo o porque en sus lugares de origen hay mucha violencia. Todos los migrantes merecen nuestro respeto, nuestra comprensión y nuestra mano fraterna”.
Pues sí, ¿por qué no se hace una consulta en la franja norte del país para saber si los ciudadanos fronterizos están de acuerdo con esa política? Si, en la lógica de Andrés Manuel, hay que tenderle la mano fraterna a todos los migrantes, ¿lo hará con los cubanos y venezolanos? ¿Están de acuerdo los mexicanos en acoger e integrar a los centroamericanos a nuestra sociedad?
La mano fraterna de Andrés Manuel para la migración es una mano dura para los Estados Unidos. Ni filtro ni embudo: libre tránsito. O libre estacionamiento en México: ¿les ofreceremos becas a los centroamericanos también? ¿Nos echaremos a las espaldas cargar con la pobreza y la violencia centroamericana? ¿Entre los individuos como entre las naciones el respeto a la migración ajena es la paz? Andrés Manuel está resolviendo el problema de la migración mexicana al norte, ¿tendremos los mexicanos que resolver también el problema de la migración centroamericana?
En fin, más acá de estas consideraciones de derecha norteña, existe un problema de fondo: la migración centroamericana es un problema de seguridad nacional, pero también de trata de migrantes. Qué bueno que la fraternidad de Andrés Manuel sea un rayito de esperanza para los centroamericanos. La realidad es otra.
Reviso una nota de la agencia EFE sobre el análisis de la secretaria de Gobernación, con datos duros, Olga Sánchez Cordero:
“La encargada de la política interior mexicana alertó de que, de no cambiar la situación en el Triángulo Norte de Centroamérica –Guatemala, El Salvador y Honduras–, la cifra de inmigrantes puede llegar a 700,000 cada año.”
“Hay que ver quiénes están promoviendo las caravanas, qué organizaciones están promoviendo esas caravanas, quiénes son los líderes (…), cómo reclutan a la gente desde Honduras estos líderes y cómo realizan este movimiento migratorio inusual, pero que muy pronto se va a convertir en algo normal”, afirmó Sánchez Cordero al intervenir en un encuentro organizado en Washington por el Migration Policy Institute.
“Sánchez Cordero advirtió de que el ‘tráfico de personas es un negocio enorme’ y, a manera de ejemplo, explicó que si quienes promueven esa actividad cobran 2 mil dólares por persona a un grupo de 300,000 o 400,000 inmigrantes ‘de qué dimensiones de negocio estamos hablando.”
Sólo hay que multiplicar esos dos mil, a veces tres mil dólares, por la cantidad del flujo migratorio que, como decía en un artículo anterior, está íntimamente ligado a los cárteles y a las autoridades. Lo demás está bien o mal, ni modo, los extremos se tocan. Hay quienes hablan de que Andrés Manuel, con sus mensajes, imita a una Miss Universo, otros se desgarran como beatas las vestiduras por el ataque a la “soberanía”. Pamplinas, como decían los antiguos.
@ruizjosejaime