Por José Jaime Ruiz
Son oportunistas, no oportunos; anulados por la realidad de las encuestas, pretenden anular las elecciones. Se asumen intelectuales, no lo son, apenas chayoteros de cuello blanco; lo suyo no es la reflexión ni la razón sino la sinrazón de su convicción. Convictos en la frustración, lo suyo no es la crítica sino la propaganda, así Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín, Guillermo Sheridan, Jorge Castañeda, la histérica Denise Dresser, Roger Bartra, Jorge Volpi…
Goleados, los cancheros secuestran el balón y quieren anular el juego, olvidaron su pasado crítico y habitan el presente perpetuo de la matraca, en efecto, infieles, pasaron del equipo de la crítica al equipo del aplauso sin máscara al antiguo régimen –Krauze extraña la dictadura perfecta. Entraron a jugar y salieron espinados y hoy tratan de imponer la percepción de una “cancha dispareja”. Revistas en decadencia (Letras libres, nexos), apenas algunos bancos y gobiernos estatales panistas sostienen sus delirios de papel. Chayoteros del neoliberalismo de ayer, ahora lloran por los rincones y, como chachalacas, repiten y bailan al ritmo de Claudio X. González: “Cancha dispareja, cancha dispareja”. Por eso tratan de darle solidez a los vacíos hashtags de #AMLODelincuenteElectoral y #DemocraciaODictadura”.
“Las elecciones mexicanas del 2 de junio podrían ser un caso de estudio sobre inequidad electoral. Se darán en una cancha dispareja, cuidadosamente construida por el gobierno”. A la derecha y sus amanuenses no les salió su propia cancha dispareja: diseñaron un golpe de Estado blando a través de la DEA, ProPublica y el New York Times para convencer de que en México se vivía un narcoestado, gastaron ríos de tinta y millones de dólares en robots y no pudieron construir su lawfare; frustrados, propusieron la guerra sucia, verdaderamente sucia; vapuleados por la candidatura mediocre de Xóchitl Gálvez y su inminente derrota, tratan de imponer la narrativa de un presidente entremetido en la elección y, por tanto, ya que la cancha es dispareja, tratarán de anular las elecciones.
Frente al proyecto de nación como segundo piso de la 4T, se levanta la huella del Gran Dinero: degradación sin precedentes de recursos privados hacia el frente electoral de oposición que incluyen la intromisión de poderes fácticos internacionales (Xóchitl con los directivos del New York Times, AtlasNetwork, Cayetana Álvarez), la inequidad de los medios de manipulación tradicionales (Reforma, El Universal, Televisa, TVAzteca…), la Suprema Corte de Justicia (Norma Piña contra Arturo Zaldívar y la 4T), los tribunales electorales, Latinus y su maquinaria de montajes y los intelectuales orgánicos como Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín.
Para dar a luz su revista nexos, Aguilar Camín parió chayotes. Desde el 2006 hay cancha dispareja, “haiga sido como haiga sido”. El voto masivo del 2018 blindó a las elecciones de otro fraude. Si algo distingue a los futbolistas cancheros es que son marrulleros, no apuestan por México y por sus ciudadanos, son tan cancheros como el holandés Arjen Robben y su teatrito del clavado para que se decretase un penal en contra de la selección en el Mundial de Brasil. La 4T los golea y, lawfare mediante, ellos tratan de robarse el balón y acabar el juego. Son oportunistas, no oportunos; anulados por la realidad de las encuestas, pretenden anular las elecciones. La farsa intelectual, como la candidatura de Xóchitl, se desmorona.