Por Francisco Tijerina.
“Les haría falta tiempo…”
Yomero.
La mayoría de los pecados son por comisión, pero también los hay por omisión.
El intento de justicia volviendo el tiempo atrás del gobierno federal para hurgar en heridas nunca cerradas se ha tornado en una sinrazón que además a nada conduce y que únicamente consigue seguir polarizando a la población, despertando viejas heridas dormidas.
Porque si realmente el solicitar una disculpa pública a los perseguidos de la “guerra sucia” y otorgar reconocimientos a integrantes de la “Liga 23 de septiembre” fuese un acto de justicia, resultaría injusto porque hay otros, muchos más, que también ameritarían una disculpa por parte del gobierno.
¿A quiénes me refiero?
A las víctimas que murieron o sufrieron daños, en sus personas, patrimonio o familias, por parte de los primeros y que seguramente no tenían culpa; me refiero por ejemplo a Don Eugenio Garza Sada y otros más. Porque si bien es cierto los guerrilleros de entonces luchaban contra un sistema, en realidad lo hacían contra un gobierno que no supo medir ni atender, que no tuvo soluciones ni respuestas y que tal vez los orilló a tomar las decisiones incorrectas a falta de vías de comunicación y negociación.
Y en ese mismo tenor, les faltaría tiempo para extender disculpas a los millones de mexicanos que han sido agraviados por los distintos gobiernos.
A los hombres por la falta de empleos, los jóvenes por no tener espacios educativos, las mujeres y niños por no tener acceso a la salud, los adultos mayores sin pensiones dignas, a los campesinos por ser el último eslabón de una cadena en la que todos ganan más, a las víctimas de la corrupción gubernamental, a los pequeños empresarios que lo han perdido todo por la falta de apoyo y seguimiento, a quienes con ilusión se han comprometido con un crédito para una casa y al final no han podido pagarla y terminan sin casa y sin dinero.
Sí, de acuerdo, vamos a pedir perdón, pero que sea para todos, por todo. Visto así, una disculpa generalizada a todo el pueblo de México no omitiría a nadie, ni dejaría claroscuros que en nada abonan a la solidaridad y unión de los mexicanos.
Si el panal está quieto, ¿qué necesidad de tirarle pedradas?