Por Francisco Tijerina.
“Una, otra y otra y otra vez”
Yomero.
Siempre al salir de los bancos, siempre dos hombres, siempre en motocicleta, siempre enterados que las víctimas cargan fuertes sumas de dinero, ¿cómo es posible que la Fiscalía de Justicia en Nuevo León no detenga esta ola de asaltos?
Porque no se trata de un hecho aislado, ya son muchas las ocasiones en que se dan este tipo de atracos, siempre con violencia y a punta de pistola, en los que incluso han resultado personas lesionadas al oponerse a que les arrebaten su dinero, ¿por qué no sucede nada?
La primera idea que surge en cualquier persona es que los malosos no son adivinos ni brujos y que o están dentro de la institución bancaria observando movimientos o de plano tienen ayuda de parte de cajeros o funcionarios bancarios para cometer sus fechorías.
A la fecha y después de un montón de robos de este tipo, no se ha sabido de ninguna detención de empleados de banco; hace tiempo cayó una pareja de rateros que confesaron un asalto de estas características, pero han sido ya muchos y nadie dice nada.
En menor cuantía en cuanto al producto, pero igual de importantes, son los robos a escuelas en donde todas las semanas nos enteramos de varios hurtos de este tipo.
¿Y la autoridad? ¡Bien, gracias!
Ni investigación, ni coordinación, ni inteligencia, ni nada de nada, aquí la cuenta suma y sigue convirtiéndose en solamente una estadística que no hace mella en el ánimo de los encargados de la seguridad.
Lo grave, lo preocupante, lo triste, es que, por igual, raterillos de cuarta y delincuentes organizados se mofan y burlan de la sociedad y en su cara se carcajean de nuestras autoridades policiacas por la ineficiencia en su labor.
¿Hasta cuándo?