Por Francisco Tijerina
“¿A dónde va Vicente?
¡A donde va la gente!»
// Dicho popular
Algún día tendrán que aceptar y entender que todo está conectado, que todo se relaciona entre sí y que cualquier decisión o acción tiene necesariamente repercusiones.
Les entra la modernidad y hablan de “darle escala humana” a las avenidas pero creen que eso se consigue simplemente con ampliar las banquetas, sin tomar en consideración las limitaciones de vialidad lo que significará, necesariamente, un impacto en las emisiones de vehículos al medio ambiente. Bien contaminados, bien embotellados, con escasas posibilidades de extraer a personas en caso de un siniestro, pero eso sí, con banquetotas.
Y sí, tenemos amplias y anchurosas banquetas y con ellas más puesteros con instalaciones hechizas más grandes, ocupando más espacio. ¿Pues qué creían que iba a suceder?
Pero los comerciantes informales no están ahí por las banquetas anchas, se instalan en esos lugares por la gran cantidad de personas que por ahí circulan y que, ¡oh punto que no se tomó en consideración!, lo hacen forzosamente debido a que la inmensa mayoría de las rutas del transporte urbano confluyen en ese sector: Juárez, Juan Ignacio Ramón, llegando hasta Ruperto Martínez.
Si tuviésemos un sistema inteligente de transporte en el que existiesen puntos de transferencia fuera del centro, los puesteros se cambiarían de lugar, pero al ser varios necesariamente se reducirían en número, dejando en el primer cuadro sólo rutas internas con mayor frecuencia de paso.
Así que antes de hacer banquetotas habría que sacar a los camiones de esas calles para que con sus pasajeros también se fuesen los vendedores ambulantes.
Pero son tercos y no entienden.