Por Félix Cortés Camarillo
Va de vivencia personal.
Mi, por lo general estable, salud, se vio importunada hace casi un año por una comezón agresiva en mis antebrazos y piernas. Mi mujer me arrastró a con su dermatóloga, quién me prescribió un par de tabletas que debían tomarse guardando un intervalo de diez días entre la primera y la segunda.
Ese detalle me hizo sospechar y me fui a buscar los datos sobre la invermectina, que así se llaman las pildoritas esas. Me encontré en que la droga esa está entre los que se llaman antihelmíticos. La segunda parte de la palabra, en griego, quiere decir lombrices. Seguí buscando y me enteré que ese medicamento suele usarse para matar lombrices, piojos, pulgas y otros parásitos. En animales.
Le pregunté a la dermatóloga y me dijo que mi erisipela, irritación cutánea y molestia aparentemente superficial, estaba siendo causada por un parásito y que por eso debía tomar una pastilla hoy y otra en diez días. Me tragué, con las píldoras, mi orgullo de humanoide: después de la segunda dosis la molestia desapareció.
Hasta aquí el confesionario personal.
Recientemente me volví a encontrar con el término invermectina en una gran variedad de versiones posibles y publicadas. En su mayor parte eran testimonios de personas, padres, hijos, médicos y toda clase de ralea que afirman que la pildorita abate al Covid 19 de manera casi instantánea y definitiva. En la otra mitad del espectro, las autoridades sanitarias –comenzando por la Organización Panamericana de la Salud, sucursal de la OMS– afirman que es puro cuento, que el vermífugo sirve exactamente para eso, para sacar la solitaria de la panza de los huercos cagones, matar algunos piojos irredentos y aniquilar las pulgas equinas.
El grave problema con el coronavirus no es que nos esté matando sino que ya acabó con la confianza a los que nos dicen cosas.
¿Y si en realidad los enormes y riquísimos laboratorios de Suiza, Holanda, los Estados Unidos o China no quieren que se sepa que hay un remedio simple y accesible que salva la vida de las personas a bajo costo? ¿Arruinándoles el gran show de sombrero de copa y todo anunciando –taarááááán– el descubrimiento del remedio y la vacuna para la mayor pandemia de la humanidad en los tiempos recientes? Un negocio nada pequeño, digo.
Yo no podría aventurar una afirmación así.
Lo único que sé es que a mí se me quitó la comezón, y que ella era seguramente causada por un bicho raro que habitaba en mi sistema, y que –lo juro– no era piojo, liendre, chinche, ladilla, ácaro o garrapata alojada en mis genitales. O en cualquier otra parte de mi cuerpo.
El asunto es el cuerpo social que habitamos, que alguien en quien no confiamos se dedica a administrarlo, edificando fortunas en ese negocio. Desde el gobierno o fuera de él.
Y en torno al cual nadie sabe, nadie supo.
PREGUNTA PARA LA MAÑANERA PORQUE NO ME DEJAN ENTRAR SIN TAPABOCAS: Con todo respeto, Señor Presidente, ¿cómo se explica la ausencia en su gira por Jalisco, Michoacán y Colima del señor secretario de Seguridad Pública? ¿Será que son estados muy inseguros, como sugirió ayer Jabaz? ¿O se contagió de coronavirus? ¿O tendrá cosas que hacer más importantes que conocer la realidad del centro violento del país?
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