Por Eloy Garza González
A lo largo de una semana, el periódico “El Norte” ha celebrado que un señor (a quien no tengo el gusto de conocer), se esté sentando a platicar en restaurantes caros de Monterrey con otros señores aspirantes a puestos públicos, para hablar de nadie sabe qué cosas.
Y uno tiene que estarle muy agradecido a “El Norte” (quiero suponer) porque durante todos estos días, nos ha informado puntualmente, oportunamente, sistemáticamente, en columnas y notas, sobre las comidas o desayunos o brindis (con copa de vino tinto incluida) de ese señor con otros señores para platicar sobre quién sabe qué cosas que son muy importantes para el futuro de Nuevo León (y supongo que, de pasadita, para ellos también).
Ya antes, “El Norte” (periódico cada vez más digital y con cada vez más tiraje tirado) había celebrado la ocurrencia de ese mismo señor que pagó varios panorámicos y publicidad en Facebook con colores muy vistosos y otros con una frase críptica, como queriendo imitar a Google (deduzco) a cuenta de yo no se qué. Y eso hay que aplaudírselo a rabiar porque es señal de “audacia”, “creatividad”, “innovación” y muchas otras palabrejas grandilocuentes del mismo tenor.
Mientras, en el mundo real, en donde mora la gente no pudiente, usted lector y yo, vivimos con miedo a un peligroso virus y a una inminente inflación y a un vecino que anda de narco y a la falta de buen ingreso y a la soledad, y a la sensación de quedar desprotegidos y vegetando en la propia casa, sin que nadie nos proponga una buena solución.
Si usted cómo yo está cansado de tanta babosada que sacan los periódicos y en el fondo de su alma le afligen los mismos dolores y quebrantos que a mí, vamos a decirlo ya abiertamente, antes de que a tanta desgracia injusta, íntima y soterrada, venga a sumarse la estupidez circundante.
