Por: Obed Campos
En junio del año pasado, el charro Noé Chávez Montemayor llegó a dirigir la Agencia de Transporte y Vialidad de Nuevo León. La esperanza era que hiciera mejor papel que “el urbanista” Jorge Longoria, quien no hizo un mal papel en esa corporación. Lo hizo pésimo.
Pues bien, la administración de Chávez Montemayor ha sido toda una charreada. Han sido puros escándalos y sospechas de corrupción que no acaban de aclararse.
Anote usted: El pasado 7 de octubre se hizo el enfermo para evadir una comparecencia ante el congreso. Dijo que adquirió el Covid-19 y su personal de propaganda repartió una foto de él con tapabocas.
Digo personal de propaganda, porque como quiere ser alcalde del municipio de Juárez, Nuevo León, ya trae de avanzada un equipo de comunicólogos y expertos en redes sociales que lo apoyan en ese tema…
Pues con la estrategia del tapabocas, Chávez Montemayor evadió, por lo pronto, explicarle a los diputados por qué hay tanto malestar entre los taxistas, y por qué un grupo de ellos lo esperaron inútilmente en la puerta del Congreso para protestar en su cara.
El exhorto de comparecencia fue aprobado por unanimidad por los diputados quienes, entre otras linduras, lo iban a interrogar sobre el incendio de nueve camiones de la Ecovía que estaban estacionados en terrenos particulares de una de sus empresas, aparte del fiasco de plan para enfrentar la cuarentena que incluyó suspensión de rutas camioneras y un largo etcétera.
Por si fuera poco, los diputados se quedaron con las ganas de preguntarle por un incidente en el que salió a relucir la prepotencia, ya que sus guardaespaldas detuvieron a unos jóvenes en la Carretera Nacional, a la altura de Allende, Nuevo León, en un obvio acto de usurpación de funciones.
Por si esto fuera poco, el senador Víctor Fuentes, del PAN, pidió la renuncia de Montemayor tras el lamentable choque de camiones entre la ruta 5 Estanzuela y la ruta 107, que dejó al menos 10 lesionados.
Y perdido en la polvareda, está el caso del señor Jesús Araiza Arena, vecino de la colonia Independencia, obrero él, quien el 9 de julio osó estacionarse por la calle Cuauhtémoc entre 5 de Mayo y 15 de Mayo, hasta donde llegó personalmente el charro transportista, acompañado de su inseparable equipo de hombres de la seguridad armados hasta los dientes, y le confiscó su carro.
Por sus pistolas de charro Montemayor ordenó la incautación del automóvil Nissan Tsuru 2002, que porque estaba mal estacionado. Él y sus guaruras viajaban en camionetas sin logotipos, como lo hacen los comandos de bandidos.
Es fecha que Araiza Arena no ha podido recuperar su vehículo, porque en Tránsito de Monterrey, autoridad que debería de haber sido notificada de esa situación, le dicen que no tienen nada… Y en la Agencia de Transporte no hay quien de la cara, para que al menos el hombre pague las multas y le devuelvan su auto.
¿No que ya se había acabado la prepotencia?