Por Félix Cortés Camarillo
No cabe duda de que es verdad que la costumbre
Es más fuerte que el amor…
Costumbres, Juan Gabriel
Ignacio Sánchez Mejías, que no fue un gran torero en los tiempos de grandeza de Belmonte y Joselito, cuñado de Ignacio, fue cogido por un toro en la plaza de Manzanares, Ciudad Real, el 11 de agosto de 1934, cuando recibía al animal, sentado sobre el estribo al iniciar la parte de la muleta. El torero se negó a ser intervenido en el poblado menor y pidió ser llevado a Madrid; la ambulancia tardó horas en llegar y ya en la capital se presentó la gangrena. De ella murió el día 13. Sánchez Mejías fue un torero espectacular por sus lances de alto riesgo, pero más que eso fue amigo -y mecenas- de la generación del 27, durante un período en que dejó el toreo.
Federico García Lorca intercala entre todos los versos el rittornello “a las cinco de la tarde”, marcando el ritmo y la solemnidad de su bello poema que es el llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías.
Pues bien, hoy lunes a las cinco en punto de la tarde, hora trágica, el presidente López rendirá su segundo informe de gobierno, en Palacio Nacional. En el mismo lugar y con la misma gente, que serán sus allegados de gabinete y cabecillas de los otros poderes, supuestos artefactos de equilibrio para evitar el predominio del Ejecutivo sobre los legisladores y los jueces, fenómeno que en este ejercicio del poder no se ha dado ni por asomo. López Obrador nos ha demostrado la afición permanente de los presidentes del poder por la autocracia antidemocrática.
¿Qué tiene que informar el presidente López a más de dos años de haberse hecho del poder omnímodo ante la debilidad de un Enrique Peña Nieto?
En primer lugar, dará lectura a los cien compromisos que hace dos años le marcaban un rumbo y cien obligaciones. En ese sentido solamente podrá rendir resultados positivos en el reparto de limosnas para compra de votos disfrazadas de asistencia social. Lo demás serán las virtuales mentiras que Luis Echeverría acuñó como su lema de presidencia: estamos trabajando.
En segundo lugar vendrá la carretada de mentiras y lugares comunes, habitantes cotidianos de sus conferencias de prensa matutinas: que no son iguales que los de antes, que la corrupción ya terminó pero que hay que seguir luchando en su contra, que estamos recuperando las plazas de trabajo perdidas y que la pandemia ha sido dominada.
Todos sabemos que nada de eso es cierto: que las cifras de los contagiados por el Covirus y, sobre todo de los muertos por la pandemia en nuestro país son cuatro o cinco veces las cifras oficiales. Que la economía está cayendo día con día, que la corrupción y el nepotismo siguen a todo lo que da, y tantas otras cosas que todos conocemos.
Ese es precisamente el peligro. Nos estamos acostumbrando a la mentira. La escuchamos y la dejamos pasar, la integramos a la fraseología de una Nirvana que nadie nos explicó. Como el toro, nos estamos acostumbrando al castigo. Y no hay nada peor que la costumbre, si es que es más fuerte que el amor.
Ay, qué terribles cinco de la tarde!
PREGUNTA para la mañanera porque no me dejan entrar sin tapabocas: con todo respeto, Señor Presidente, ¿le puede decir a sus porristas que siguen pidiendo no se construya la cervecería en Mexicali que usted ya se encargó de tan noble tarea? felixcortescama@gmail.com