Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible.
Los políticos por hacer lo posible imposible.” // Bertrand Russell
Viviendo en el mismo México y con circunstancias muy parecidas, no alcanzo a comprender la apuesta del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, de anunciar el regreso a clases el próximo mes de enero.
A casi un año de que nos cayó el chahuistle de la pandemia, no creo que exista nadie capaz de pronosticar el comportamiento del virus con una semana de anticipación siquiera, ¿cómo es que Alfaro predice el futuro, tiene acaso una bola de cristal o se comunica con seres del más allá?
Y menos lo comprendo cuando en Nuevo León cerrarán todos los comercios durante tres fines de semana consecutivos para evitar las aglomeraciones de personas por las compras navideñas.
El asunto lo hemos vivido por igual en la CDMX, en Guadalajara o Monterrey; ya lo vimos el 10 de mayo o en las fiestas de Independencia, a la gente le vale un cacahuate y sale y no se cuida y se expone al virus y las consecuencias de cada acción irresponsable en esas fechas han quedado más que demostradas con los repuntes posteriores.
¿Cómo es que Enrique Alfaro apuesta a que tras las reuniones de diciembre, posadas, navidad y fin de año, Jalisco no tendrá un fuerte repunte?
Y menos le entiendo cuando dice que el retorno a las aulas será optativo por parte de los padres de familia porque tendrán, para quien no quiera enviar a sus hijos a la escuela, un sistema de apoyo con clases a distancia. ¿Dobles maestros? ¿Mucha lana acaso?
No les entiendo, no les puedo entender por más que quiero y me esfuerzo.
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