Por Obed Campos
Gracias a las redes sociales (que yo no sé que tan benditas o malditas sean) me entero esta mañana de una noticia que me reitera, me machaca lo ingratos y malagradecidos que somos los seres humanos.
José Gerardo Rocha Almanza es ingeniero de profesión, pero en el verano del 2011 le tocó estar en el peor lugar en el peor momento.
Rocha Almanza no encontraba trabajo como ingeniero, por lo que aceptó una plaza como mesero del tristemente célebre Casino Royale.
Eran los tiempos en que la administración de Felipe Calderón ahogó en un baño de sangre a todo el país, al declarar una supuesta guerra a las drogas y a la delincuencia organizada, de la cual solamente hubo un perdedor: el ciudadano común.
Como se recordará, el casino de marras fue blanco de un ataque con garrafas de gasolina por parte de un grupo de la delincuencia organizada. Al menos, de acuerdo a las cifras oficiales, murieron 52 personas, la mayoría clientes del lugar. La mayoría sofocados o envenenados por los gases, ya que las llamas consumieron buena parte de las alfombras.
Rocha Almanza logró, junto con otro mesero, salvar a más de 30 personas, a quienes sirvió de “banquito” para poder sortear un obstáculo.
Hoy el joven heroico está abandonado a su suerte y se debate frente al Covid-19. Sus familiares no han conseguido quien quiera donarle plasma.
Sé que está internado en el Hospital Metropolitano… si usted está en posibilidad de ayudarlo, no lo piense y hágalo.
Este país necesita más Josés Gerardos, créame.