Por Félix Cortés Camarillo
Es necesario tener mi edad, o un poco menos, para reconocer a muchos de los personajes que aquí se van a mencionar.
Doña Elena Anna Staller le contó a un programa de la televisión europea que para acabar en su tiempo la Guerra del Golfo, le había ofrecido personalmente a Sadam Hussein acostarse con él.
La afirmación no era de suyo escandalosa. En ese tiempo -finales del siglo pasado- la señora Staller, antes señora Martini, antes señora del escultor Jeff Koons o señorita Miclosz en su natal Budapest, ya era muy famosa en Italia con el nombre artístico de Cicciolina, que quiere decir queridísima, y que era afamada estrella de las películas pornográficas.
En 1987, con toda su fama literalmente atrás, Cicciolina juramentó como diputada del parlamento italiano por el Partido Radical, luciendo un vestido con los colores de la bandera italiana y sin calzones.
Hago esta mínima y erótica reminiscencia por el argüende que algunos andan armando por las postulaciones de algunos personajes de la vida pública farandulera como candidatos por partidos diversos a puestos de elección popular este junio que viene.
«Cruz, cruz, cruz, que se vaya el Diablo y venga Jesús» parecen entonar los puristas de las candidaturas.
Parecería, a su invocación, que los famosos de la revistas de las telenovelas o las páginas de espectáculos de los diarios, debieran ser privados por su ocupación y modus vivendi de sus derechos ciudadanos. Se les olvida que un mediocre actor de Hollywood fue presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan.
Pero, les parece infumable la idea de que Guadalupe Jones Garay pudiera ser gobernadora de su natal estado de Baja California, simplemente por haber sido Miss Universo hace veinte años exactos. Tampoco les embona que el portero Jorge Campos pueda ser diputado por el PES, lo mismo que el «Abuelo» Cruz. Nada aceptable que el hijo mayor del abusón sexual que ahora todas recuerdan, Vicente Fernández Jr., sea postulado a diputado federal por el distrito 20 en Jalisco y además su actual mujer de exuberancia explícitamente quirúrgica, Marian González, pueda ser diputada por el distrito 3 de Morelos, Adolfo Ríos, presidente municipal de Querétaro o el «Bofo» Bautista diputado por Jalisco. Pésimo que Gabriela Goldsmith juegue para una diputación federal o mis paisanos Pato Zambrano o Arturo Carmona pretendan hueso.
Ya el colmo son los cachetes inflados de Kiko, el de la famosa vecindad de Roberto Gómez Bolaños y que aparezca como prospecto independiente a la gubernatura del estado de Querétaro, o de perdis a la alcaldía de la capital.
Chusma, chusma, dicen los airados protestantes que no tienen memoria. Se les olvida los personajes de la farándula que ya pasaron por instancias de poder político, y de que provenían del otro circo, del que no se avergüenza de sus orígenes, máscaras, voz ridícula ni vocación.
De los locutores famosos de la radio de antes, Gonzálo Castellot fue legislador y Luis M. Farías llegó más allá, a gobernador de Nuevo León. Paco Stanley de trágica memoria, fue de los primeros asambleístas del D.F. Entre 1988 y 1991, el enorme actor Ignacio López Tarso calentó curul.
En 1991, la entonces esposa del gobernador de Tlaxcala, Silvia Pinal, fue una de nuestras representantes. En la Legislatura número 51, de 1979 a 1982, David Reynoso (líder de la ANDA y voz en español del oficial Matute en Don Gato y su Pandilla, hoy recordada) fue diputado; todo esto sólo por mencionar algunos de los famosos en el poder.
La joya de la corona es sin embargo Irma Consuelo Cielo Serrano Castro, La Tigresa, seis años senadora de la república. Amante confesa de un presidente en funciones y protagonista de numerosos chismarrajos de la farándula. Cicciolina.
¿De qué se asustan pues de que el hijo de mi adorado Blue Demon se quite una de sus máscaras y entre a la política, el otro circo?
OBSERVACIÓN para la mañanera, porque no me dejan entrar sin tapabocas: Señor presidente, con todo respeto: si necesita un buen médico, aquí en la esquina de mi casa tengo uno.
felixcortescama@gmail.com