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Crítica, censura y poder


Por Carlos Chavarría

Una persona madura debe ser capaz de aceptar y sacar provecho a todo argumento crítico que lo involucre, más entre los que se precian de ser líderes o políticos. No se trata de docilidad, pues toda tesis implica en sí misma su antítesis. Porque no se nos enseña el análisis retórico desde edad temprana siempre existe cierta incomodidad con las diferencias de opinión.

Por otro lado, no vivimos en un mundo de libertad sin límites y el concepto de auto limitación a la conducta ofensiva no tiene sentido en el espacio de las redes sociales, que se confronta con la exploración y tolerancia de todos los puntos de vista que debieran regir la co-existencia pacífica.

México tiene una triste y larga tradición de represión de la crítica alimentada por 70 años del más rancio presidencialismo y la verticalidad jerárquica. Todavía se recuerda el control que sobre los periódicos ejerció el gobierno a través de importación y distribución del papel para imprimirlos.

También en nuestro país existe legislación para evitar los excesos divulgativos, sea entre particulares o entre estos y los medios de comunicación que lastiman a las personas, claro que siempre es, por decir lo menos, complicado el definir los límites e implicaciones destructivas de cualquier expresión además de los asuntos contextuales.

También hay que mencionar que la ley de imprenta mexicana es anticuada de origen porque siempre se podrá limpiar la inmundicia recibida con una réplica, pero la peste que dejó, esa será imposible de borrarla de la mente de los receptores de la información que lleva fines maliciosos.

La intención de regular-controlar contenidos en las redes sociales no es nueva, de hecho, en la mayoría de los países existen leyes y reglamentos bien definidos, no solo para redes sino todos los medios de divulgación de material “ofensivo” y hasta sugestivo de un delito.

En días pasados España retiro la pena de cárcel para quiénes publiquen material calificado violento, en tanto en los EEUU también existen penas severas para la incitación al terrorismo.

La Unión Europea tiene instrumentos específicos [https://ec.europa.eu/info/social-media-use_en ] para reforzar el control de la operación de los medios sociales.

Francia, Alemania, Italia, y otros países también han implantado leyes para controlar, perseguir y castigar el discurso de odio en las redes sociales.

El control y censura en redes sociales no es invento de Monreal o de López Obrador, mucho menos de Trump, en lo que se parecen las posturas de estos personajes es que su interés repentino en el “aseguramiento de la libertad en los medios sociales frente al poder de sus propietarios” no reside en querer protegernos a los usuarios sino protegerse ellos de la censura y crítica del público sobre todo en épocas electorales.

Lo curioso es que el presidente López Obrador; al igual que Trump; quizás no hubieran llegado a sus respectivos encargos presidenciales si se tratara de que el gobierno controlara la divulgación de “mentiras lastimosas” en las redes sociales como ellos califican a todo lo que no les gusta.

López Obrador, aunque lo niegue, estaría muy contento en este momento con un poder sobre las redes del tipo de la dictadura china, la cubana o la norcoreana porque es coherente con la cultura y gobernanza del México al que aspira.

Sería más provechoso el impedir que la llamada “Deep Web o Darknet” continúe ampliando su poder e influencia. Eso sí que es un gran reto al que nadie quiere entrarle.

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Vía / Autor:

Carlos Chavarría

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Autor: lostubos
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