Por Federico Arreola
Bill Gates es una leyenda mundial de la tecnología. ¿Pasará a la historia? Seguramente, sí. Como un hombre sabio, sin duda.
Andrés Manuel López Obrador es una leyenda de la política mexicana. También, pasará a la historia. Con un hombre de acción que ha transformado las estructuras sociales y económicas de nuestro país.
El Tecnológico de Monterrey es una leyenda de la educación superior. Ya tiene un lugar en la historia, como la mejor universidad de nuestro tiempo en México. Y sobre el Tec, para hablar también de una persona y no sólo de una institución, diré que es una institución presidida por un empresario eficaz, pero no legendario, José Antonio El Diablo Fernández, de Femsa.
Supongo que todos los mencionados, como Winston Churchill, siempre están dispuestos a aprender, pero no siempre les gusta que les den lecciones.
Veamos las lecciones de Bill Gates a AMLO y a El Diablo, que quizá estos dos no han aceptado con mucho gusto.
Primera lección a AMLO
“Más educación y menos petróleo”. En una entrevista, a Gates le preguntaron qué consejo le daría al presidente López Obrador para mejorar la situación de México. Esto respondió:
√ La educación “es la primera clave para desarrollar un país o la inteligencia de su gente”.
√ “México tiene lugares como el Instituto Tecnológico de Monterrey, en el que se forman ingenieros de clase mundial”.
√ “Pero hablando en términos más generales, el sistema educativo en México es muy débil”.
√ “Tener un buen sistema educativo es mucho más importante que sacar petróleo del subsuelo. Después de todo, un buen sistema educativo te permite tener ciudadanos informados, con vidas plenas”.
√ “La educación representa más que el dinero”.
√ “México puede tener un futuro muy brillante sin el petróleo, porque su principal recurso es su gente”.
Mi único comentario: Pienso que Bill Gates tiene razón. Andrés Manuel deberá reflexionar muy seriamente —y con la ejemplar humildad que le caracteriza— acerca de lo que ha dicho el genio de la tecnología.
Segunda lección a AMLO
Algo deberá estar haciendo muy bien una universidad privada como el Tec de Monterrey, y desde luego algo muy mal deberán estar haciendo nuestras grandes universidades públicas, para que uno de los hombres más sabios de nuestro tiempo sólo haya recordado a la institución educativa presidida por El Diablo Fernández.
El mundo juzga a México con criterios absolutamente distintos a los de nuestro gobierno de izquierda, que ve en la UNAM a una universidad globalmente reconocida. Por lo menos para Gates la universidad mexicana que prepara ingenieros de excelencia es el Tecnológico de Monterrey.
Obviamente, si se le encarga a Marcelo Ebrard exigir una rectificación a Bill Gates, nuestro canciller hará su trabajo y, probablemente, recurrirá a Carlos Slim para que lo escuche el fundador de Microsoft. En este caso, por relaciones públicas, Gates diría que la UNAM es otra gran universidad, pero ya no sería lo mismo. Y es que, cuando sin presiones de ningún tipo pensó en calidad académica mexicana, solo se acordó del Tec.
Mi comentario: Hay en México grandes organizaciones privadas —universidades, empresas, hospitales— que el gobierno debe, si no apoyar, al menos no entorpecer. Andrés Manuel no puede ignorar esta gran verdad.
Lección al Diablo Fernández
Si la universidad que José Antonio Fernández preside, el Tec de Monterrey, forma especialistas de clase mundial, ¿tiene sentido que traicione su esencia y los principios de su fundador, Eugenio Garza Sada, patrocinando activistas políticos de ultraderecha, como Alejandro Poiré, en algunas de sus escuelas, sobre todo la de Ciencias Sociales y Gobierno en sus instalaciones de la Ciudad de México?
Mi comentario: Don Eugenio no permitió la politización del Tecnológico de Monterrey, de ahí la excelencia de esta institución. La grilla ha llegado con El Diablo Fernández, a quien evidentemente no le gusta lo que ha hecho el presidente López Obrador. Una pena ensuciar de esta manera a la gran universidad privada mexicana. Entregar una facultad del Tec a la politiquería de la oposición a AMLO, además de restarle prestigio a la institución, es una pérdida de tiempo: desde las aulas del Tec sin duda le van a hacer a López Obrador lo que el aire a Juárez.