Por Eloy Garza González.
Samuel García propone salirse del Convenio Fiscal. Adrián de la Garza, en cambio, propone quedarnos. Habré de preguntarle a Clara Luz Flores su opinión ahora que la entreviste en “Charla con Eloy Garza”. Supongo que dirá: “nos quedamos”. ¿Quién perdería realmente si se cumple la intención de quitarse de encima la Ley de Coordinación Fiscal? No es una pregunta fácil de contestar. Lo he analizado en otros artículos.
No darle a la Federación los ingresos derivados del IVA, del ISR, y de los demás impuestos, suena justiciero y Samuel como fiscalista sabe de lo que habla. No rendir tributo al gobierno federal pinta seductor y Samuel se ha extendido sobre el tema en dos de sus libros (uno publicado en la editorial Porrúa).
¡Nos regresan tan poco a los estados que más producimos! Se premia a los menos productivos y se castiga a los más esforzados. Aunque así nos la hemos llevado toda la vida y la verdad la mayoría de los nuevoleoneses nos acostumbramos a ese trato desigual del centro del país. Ya nos curtimos. En eso está de acuerdo Adrián de la Garza.
Pero aquí donde empiezan los asegunes, que algunos candidatos como Adrián comprensiblemente no quieren correr. La Ley de Coordinación Fiscal establece muy claro cómo entrar, pero no el procedimiento para salir. Si un Estado se sale del Convenio Fiscal, dejará de recibir las participaciones federales correspondientes, o sea, los recursos que le manda por Ley el gobierno federal. Volar con las propias alas conlleva sus riesgos.
En esas circunstancias, le digo yo a Samuel, el Estado rejego deberá buscar ingresos propios inventando nuevos impuestos. En términos generales, cobrará al contribuyente tres veces más impuestos de los vigentes. ¿Tres veces más? Se antoja complicado y difícil de operar.
Esto, sin añadir que deberá inventarse sobre las rodillas un sistema de recaudación a la brevedad, ipso facto, para exigir ese dinero extra. Quienes se salen del Convenio Fiscal no tendrían otra carta para jugar más que meterle mano a nuestros bolsillos para incorporar el añadido burocrático.
¿Se aventaría ese trompo al uña Samuel? Hemos tocado el tema en varias entrevistas y Samuel me lo ha explicado con cifras y proyecciones financieras. Pero ninguna arca pública local aguantaría ese ramalazo. Menos en esta pandemia que hunde forzosamente a las empresas y a los comercios (se predice que desaparecerán 70% de esos negocios antes de que termine el presente año y uno de cada cuatro negocios habrán desaparecido en Nuevo León, datos que al menos a mí me ponen los pelos de punta).
Una cosa es renegociar el Convenio Fiscal y otra cosa cerrarle la puerta a la federación. Sin embargo, hacer lo primero exige trabajar con cálculos matemáticos y fórmulas complejas. El tema campeará en los debates de los candidatos a gobernador de Nuevo León.