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Qué bueno que el Presidente López Obrador quiera encausar política y judicialmente a los Ex presidentes porque habrá oportunidad de someter a juicio nuestra propia historia como pueblo manso y acomodaticio, así como las prácticas de los juegos de poder real.

Qué bien que se quiera enjuiciar a Salinas, porque fue quién ensanchó la desigualdad en nuestro país. Veamos cómo fue que lo hizo, porque la memoria histórica de los pueblos es muy corta y quizás muchos ya olvidamos que la crisis que se tuvo que enfrentar cuando llegó Salinas al poder tuvo su origen en las políticas económicas de Luis Echeverría que son las mismas que ahora quiere volver a implantar el propio López Obrador.

¿O acaso ya se nos olvidó CONASUPO, los precios de garantía, BANROBAR, y los tractores rusos de López Portillo y su terquedad del ferrocarril eléctrico de México a Querétaro?

Sería fantástico que se revirtiera la venta de las más de 1,500 empresas paraestatales que fundó Luis Echeverría y que significaron la pobreza de México y el enriquecimiento de una casta burocrática dorada sirvientes del presidencialismo al que no se le cuestionaba nada, que tenía todo el poder, que lo controlaba todo.

Que bien que se enjuicie a Zedillo y a todos los saca-dólares por haber convertido el quebranto nacional provocado por los Tesobonos de Salinas en deuda de todos sin que algún banco haya quebrado, de pasada también podríamos condenar a Clinton por haberle prestado a México 50,000 millones de dólares de emergencia y con eso salvar la apremiante circunstancia.

También cargarle los costos de la “quiebra de Ferrocarriles Nacionales de México”, y por supuesto que habrá que desenterrar a López Mateos que fue quién creó la nefasta “administración obrera” y le entregó a Gómez Zeta el control y futuro ruinoso de la empresa ferroviaria.

Excelente que se borren todos los expedientes de los cientos de miles de muertos y desaparecidos de la “guerra contra las drogas”, cargándoselos a la cuenta de Caderón, que fue el iniciador de la misma en nuestro país, y de pasada a Nixon que fue el inspirador de la iniciativa en 1973.

Ahora que el Chapo Guzmán resultó que es un tipo muy confiable y aportará evidencias de todos sus cómplices en el poder público, no estaría de más recordar también a Alberto Sicilia Falcón, aquel que no necesito túnel para fugarse, fue más practico, se fugó de Lecumberri en un helicóptero que nadie vio venir.

Claro que también habría que colgar a Nassar Haro y Gutiérrez Barrios, y a todo el equipo de la tristemente célebre Dirección Federal de Seguridad y su fallida estrategia de “control del crimen”, que espera revivirse ahora en estos transformados tiempos, sólo que ahora se le llamará Guardia Nacional.

Ni qué decir del cargo de traición a la patria de Fox, que sellará su destino con alguna pena ejemplar, dejando sin castigo el desperdicio de la oportunidad histórica que significó sacar al PRI de los Pinos en el 2000.

Ojalá se le diera aire a todos los esqueletos que se tienen guardados en la historia de México, esa historia deformada y deformante que diseñaron los hombres que han compartido la sordidez del ejercicio el poder en México.

Ya es tiempo de acabar con todos estos sainetes para poder dedicarnos a pensar en el futuro y trabajar en pos del mismo, ¿o acaso nos creemos que el país será mejor mirando hacia el pasado como modelo?

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Vía / Autor:

Carlos Chavarría

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Autor: lostubos
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