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Por Félix Cortés Camarillo

Al filo del agua es una expresión campesina que significa el momento de iniciarse la lluvia y –en sentido figurado más común–
la inminencia o el principio de un suceso. // Agustín Yáñez, Al filo del agua

Dice el decir popular mexicano “tantos años de Marquesa y no saber mover el abanico”. La Humanidad tiene siglos de historia y no ha acabado de aprender que la guerra no es una buena opción para solucionar divergencias. A la hora en que esto escribo, cuando ya acaba la mañana en los mercados de Kiev –no los bursátiles, sino los de la carne y las verduras, los pescados y las frutas– ya comenzaban a cerrar; como todos los mercados de abastos del mundo que suelen abrir al alba. Al iniciar el día una buena parte del mundo esperaba que comenzara la invasión de los tanques rusos a Ucrania. No sucedió, por el momento. El mundo puede ir a dormir tranquilo una noche más.

El país, amplio, fértil, pobre, y en algún momento el granero de la URSS, se llama Ukraiina en ruso, voz que se compone del prefijo u y el artículo kraiina. El prefijo, en la mayoría de las lenguas eslavas implica ubicación, generalmente de lejanía; kraiina quiere decir en ruso, región, territorio, frontera. Simplificado, el país más alejado. El Oeste de Rusia. Si se quiere hacer un símil tramposo, Ucrania es para Rusia el Wild West de los gringos. The American Frontier. Lo más lejano y difícil de dominar.

Pero en el mundo de la geopolítica, Ucrania tiene además un enorme valor estratégico para ambos lados de la guerra tibia. Para Occidente, por aquí pasaron los nazis después de invadir Polonia, en la Segunda Guerra Mundial. Por ahí se podría entrar de nuevo, cuando sea necesario en una guerra inimaginablemente anticuada. Para Rusia, es la recuperación del concepto imperial, el primer punto defensivo y a la vez punta de lanza, hacia el oeste. Por si faltara algún detalle, por aquí pasa el gas de la madre Rusia que calienta el invierno de Europa Occidental. Desde Alemania hasta España.

Por esa amalgama de condiciones, Ucrania ha estado al borde del agua de un conflicto bélico magno entre las dos principales potencias nucleares del mundo en un conflicto en el que nadie, y quiero decir nadie, quedará exento. Estados Unidos insistiendo en que Ucrania se integre a la alianza militar que se llama OTAN y que es su pandilla para ejercer el dominio armado mundial. Rusia afirmando que por ningún motivo eso sucederá, y en consecuencia acumulando miles de soldados alrededor de Ucrania, por su lado y por Bielorrusia. Y así trajeron a los humanos de todo el orbe, como canica en borcelana, entre el temor de la guerra y la esperanza del arreglo.

Todo parecía, porque en política todo parece hasta que se convierte en realidad, especialmente en política internacional, que Putin iba a invadir Ucrania para ratificar el poderío de su país y la peculiaridad de su persona. Todo parece, porque en política todo parece, que se están retirando los soldados rusos del cerco de Ucrania. Y que la esperanza de que no haya una guerra ha triunfado. Por el momento. Porque en política nada es cierto hasta que así se pruebe, parece que no habrá guerra.

Por el momento la esperanza ha triunfado. Ya sé que es poco pero ¿qué pasaría si perdemos la esperanza?

PREGUNTA PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): con todo respeto, señor presidente, ¿por qué no exige que se investigue la vida sexual de todos los periodistas que no le aplauden?

‎felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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