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Por Félix Cortés Camarillo

La carretera ribereña, que corre paralela a la frontera entre Texas y Tamaulipas tiene el extraño privilegio de ser uno de los caminos más violentos del país. Y eso que tiene competidores fuertes en Zacatecas, Michoacán o Guerrero. Su condición de amplia franja fronteriza le hace valioso bastión para el tráfico de lo que sea: drogas, armas, almas, personas. Pocos se aventuran a transitar por ahí después del atardecer. El asalto y la extorsión son fenómenos inherentes a ella.

En los últimos días, esa vía se ha convertido en símbolo del fracaso de la política del cuatrote. En el colmo de todos los colmos, una treintena de migrantes que se dirigían de Monterrey a Brownsville para aducir de la muy soñada cita con las autoridades migratorias de los Estados Unido que habrán de decidir sobre su solicitud de asilo humanitario en virtud de las miserias y peligros que en sus países ejercieron sobre ellos. En su mayoría eran venezolanos y salvadoreños.

De pronto, cinco camionetas con hombres armados, muchos con capuchas, asaltaron el rojo autobús de la línea Senda, que acababa de dejar la escala en Reynosa para llegar a Matamoros. Detuvieron el camión, abordaron, investigaron la ciudadanía de cada uno de los pasajeros y a la mayoría se la llevaron secuestrada.

¿A dónde, por qué, en qué condiciones? Eso es algo que nunca se sabrá. Y que desde luego, son preguntas que el Instituto Nacional de Migración, cuya función es garantizar a los migrantes las garantías que los mexicanos tenemos asentadas en nuestra Constitución jamás querrán ni podrán responder.

Dos son los principales fracasos de Lopitos en sus cinco años de gobierno que ya ni puede ocultar, como la mierda de los gatos bajo el ominoso tapete de los “otros datos”. Los dos tienen que ver con la integridad física de los habitantes de esta bendita tierra. La una es la inseguridad, con el manido cuento de que el pueblo protege al presidente; la otra es la de la salud. En ese terreno, más de medio millón de paisanos murieron a causa del mal manejo de la pandemia del Covid. No era necesaria la vacuna ni el cubrebocas, se nos dijo. Siempre habría un escapulario dispuesto a interponerse entre el virus y el paciente. Siempre se pudieron presentar otros datos que no tienen nada que ver con la terca realidad: siempre habrá una turbia conspiración de la derecha añeja en busca de sus privilegios perdidos. 

Ante la ausencia de verdades la mentira se repite una y mil veces cada vez con menos convicción y paleros de menor entusiasmo.

Los cierto es que el territorio nacional se le ha estado escapando al presidente López palmo a palmo, metro a metro. El crimen organizado domina en más del cuarenta po ciento de nuestras entidades, las más pobladas. Hacen lo que se les viene en gana, como si todos fuesen discípulos del doctor muerte, López Gatell, quien tiene a asegurado un asiento de legislador de importancia con un fuero del tamaño de sus culpas. Son los caminos de un ayer que se pretende desaparecer a fuerza de declaraciones.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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