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Por qué no les creo a los Loretes y a los Obradores

Por José Francisco Villarreal

Me infarta de risa que un payaso, maquillado, diga que López Obrador muestra su verdadero rostro (primer buen chiste que le festejo a Brozo desde hace mucho tiempo). Me fastidia la danza de las posibles denuncias por poner “en riesgo” al titular mexicano de un noticiero extranjero. La verdad, a mí no me importa cuánto gana el cachorro Loret de Mola. Me importaría saber no qué empresa sino quiénes le pagan y para qué. El conductor de noticias no hace periodismo, no nos hagamos tontos; sostiene una campaña mediática contra el gobierno mexicano. Muy su gusto, muy su tiempo, muy el dinero que invierten en él.

Don Andrés no canta mal las rancheras. Entró en la dinámica de “Pedro Malo y Jorge Bueno” y hasta hizo de la “mañanera” un “morning show” con el “resbalón” del orate obispo laico de FRENAA (nuestro querido pero devastador Luis Beza hubiera hecho algo mejor con ese incidente). El presidente se intrinca en fricciones diplomáticas inútiles y ahora dimensiona a Carlitos, un periodista mediocre pero muy bien producido, con un enfrentamiento más intrascendente que el de “Melón y Melambes”.

Hasta hace poco tiempo, don Andrés era considerado internacionalmente como un mandatario respetado y respetable. Esta estadística se desmoronará en la medida en la que su proyección personal dependa de su posición manifiesta frente a sus opositores, y eso se está convirtiendo en la necia retahíla de cada “mañanera”.

No me interesa la buena imagen de don Andrés, eso es cosa muy suya y, la verdad, intrascendente ahora (el futuro es mejor juez, que no la Historia). Me preocupa que se personalice esa imagen en un presidente, que no tiene identidad propia sino prestada por millones de mexicanos. Y francamente detesto a las termitas mediáticas y políticas de este gobierno, porque prácticamente todos nunca tuvieron los “desos” para enfrentarse a los presidentes de varios sexenios, y ahora minan la estabilidad no de un gobierno sino de una nación.

Si medios, partidos y analistas hubieran sido antes más patriotas y menos hipócritas y voraces, no necesitaríamos (y nos urge) a un presidente de ruptura sino de continuidad. Hoy, la continuidad de don Andrés es cuestionable, perfectible, difícil, pero no tan mal orientada; su problema es Morena… La continuidad que propone la oposición al régimen es absurda (¿Unidos o hundidos? La paja y la mierda siempre flotan). Si logran imponerla, el grado de polarización que provocaron (la oposición y don Andrés), fundará otro México. Y ni es el que quieren ellos, ni es el que queremos nosotros, los que sí somos mexicanos, los de infantería, los jodidos, a los que quieren joder más.

¡Por el amor de Dios! La política debe ser eminentemente pragmática, se pueden permitir sacrificios selectivos pero no hecatombes genocidas, y esto se está convirtiendo en un duelo de hinchas enloquecidos durante un “clásico”: pura víscera, pura emoción, puro fanatismo.

¿Y el periodismo? ¿De verdad hay qué recordarles a todos los periodistas lo que es la deontología? No, no se hagan que la virgen les habla, tampoco es su conciencia, ni siquiera es el hambre… eso se llama ¡avidez!

El hambre se puede saciar; la avidez, ¡nunca!

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Vía / Autor:

// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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