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Por Félix Cortés Camarillo

Entre los finales del siglo nueve y los medidos del siglo trece floreció en el este de Europa la Rus de Kiiv. La inició como entidad política y militar Oleg de Novgorod, y en su mejor momento la hizo crecer Sviatoslav haciendo llegar sus confines desde el Mar Báltico en el norte al Mar Negro en el Sur: de donde comenzaba Escandinavia a donde terminaba el imperio Otomano. Del río Vístula, que atraviesa Varsovia, a la península de Tamán en los dominios de Krasnodar. 

Todo eso se vino abajo luego con la invasión mongol; sin embargo, para la historia, es el origen del imperio ruso y de la comunidad eslava de oriente. La base de la Rusia imperial que el zar Nicolás perdió ante el empuje de los bolcheviques en 1914, la Unión Soviética vio desmoronarse bajo la iniciativa del recién fallecido Gorbachov, y el zar Vladimir Putin está en un desesperado empeño por restablecer.

Fue Sviatoslav Igorevich, llamado El Bravo y vencedor de los búlgaros, el que ordenó mudar la capital de la Rus de Kiiv a lo que hoy es la capital de Ucrania. La ciudad de Kiiv se encuentra hoy sometida a los bombardeos indiscriminados sobre la población civil por los invasores rusos. Un Putin desesperado destituyó a su héroe de la intervención militar rusa en Siria que le valió el mote de el carnicero de Alepo, el general Alexander Dvornikov, por el general Serguei Surovikin, héroe de los frentes de  Chechenia y Tadyikistán, para ser el jefe de la invasión rusa de Ucrania. Cambiar de caballos a mitad del río solamente indica el fracaso de la ofensiva militar que buscaba el sometimiento rápido de Ucrania en cuestión de días y que lleva ya nueve meses.

Los muertos lejanos nos duelen menos que los enfermos en casa, eso es inevitable. Hasta que la invasión de Ucrania por las tropas de Putin se tradujo en la escasez de gas en el norte de Europa y de granos en todo el mundo, así como la elevación de los precios de los hidrocarburos, habíamos visto el conflicto como algo ajeno. Ya no es así. 

Por más que el presidente López, escondido tras una falsa neutralidad, se niegue a condenar la invasión rusa, los mexicanos estamos muy claros de que el multimencionado Juárez no hubiera permanecido callado ante esta violación a los derechos humanos y sociales conocidos.

A todo esto hay que añadir la amenaza de un Armagedon nuclear, “Putin no está bromeando”, ha dicho el presidente Biden sobre las bravuconadas del ruso mayor que tiene a su disposición la cantidad de ojivas nucleares necesarias para desatar una guerra nuclear y la tentación de usarlas, aún con moderación. Les juro que, de darse, será la última guerra que registre la Humanidad, y los imperios actuales los últimos que alguien recordará, de aquellos que sobrevivan. 

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Honestamente, no sé por qué me causa tanto asombro el informe del gobernador de su New Lion. A mi edad, ya debiera estar acostumbrado a que los informes de gobierno son una retahíla de proyectos anunciados, exageraciones sin fin, ilusiones perdidas, promesas de campaña, cifras incomprensibles e indocumentadas, y logros ajenos. Eso es el informe de Samuel García; salvo que se me haya olvidado la colocación de alguna primera piedra a un encendedor.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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