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Acción electoral sin prosperidad

Por Carlos Chavarría

Habiendo tantas oportunidades de lucimiento, como problemas hay en México, siempre será un misterio —al menos para mí— por qué la gran mayoría de los políticos vueltos gobernantes prefieren recurrir al gastado recurso de hablar mucho y lograr poco.

Si algo es importante para ganar elecciones, es una buena gestión al frente del poder público, pero desde hace tiempo los resultados sólo llegan a nivel de buenas intenciones; porque las prioridades ya no las marcan la gravedad, importancia o los efectos multiplicativos derivados de una buena gestión.

Ya no se recuerda a los gobernantes por sus logros sino por sus dislates y la manera en que se les complican las cosas por carecer de proyecto real para sus electores.

En el momento histórico que vive MORENA y sus dueños o dirigentes,  todo se determina en función de la importancia electoral de corto plazo. Ninguna relevancia tienen los problemas si el aplicarse a resolverlos no contribuye a mejorar su posicionamiento electoral para las elecciones de aquí al 2024.

El trabajo de todo el sistema de donde esta instalado MORENA en el poder ya no existe y nadie puede hacer nada para que se pongan a operar bien los estados donde no hay elecciones, pues todo se guía que por el rendimiento eleccionario.

Se viene otro informe del gobierno federal y será festinar los mismos renglones del discurso cotidiano, las transferencias de dinero a los sectores de interés electoral, la refinería de Dos Bocas, y el Tren Maya.

Igual se tratará de insistir en lo impoluta que es la administración morenista —aunque las malas prácticas están en su mejor momento—  y argumentar que si los problemas continúan es debido a los lastres del pasado y las tácticas “opositoras”, aunque de ese pasado ya forma parte la actualidad de 4 años de gestión.

El 16 de septiembre próximo arranca con todo vigor el mismo discurso reivindicatorio y triunfalista contra “todos los traidores de la soberanía de la patria” que se niegan a someterse a los designios electorales de la presidencia, a pesar de que cada vez es mas difuso el concepto de “lugar” en un mundo globalizado.

El detalle técnico de las controversias por el asunto de le energía en el TMEC no importa electoralmente , pero si “pelearse con los americanos”, dígalo sino el ridículo de Noroña declarando la guerra contra los Estados Unidos en el vestíbulo de un hotel por aquellas tierras, en consonancia con la dinámica del propio presidente mexicano, y levantando la mano al dictador Nicolas Maduro.

Que importa que al final se tenga que aceptar que no hay tal traición patriotera y se paguen algunos costos por el proceso jurídico, ¡eso ya estará después del 2024!

Meterle más de 400 mil millones de pesos para un subsidio anual a las gasolinas, eso es vital para fines electorales, pues va en el tono de recuperar a la clase media que ya no está con MORENA y que es crítico para el 2024. Poco importa el debilitamiento de las finanzas públicas.

No tiene importancia que sea un subsidio regresivo pues incentiva y apoya a los que tienen auto, que no son el público electoral principal del oficialismo, pero meterle dos puntos más a la inflación sería catastrófico electoralmente hablando.

Tal y como lo han hecho todos los gobiernos que le precedieron y que sostienen un falso axioma acerca de la justicia distributiva, se continua interpretando el desarrollo social y la lucha contra la desigualdad quitándole dinero a unos para darle a los más desfavorecidos, lo tienen que hacer así pues con sus fórmulas políticas es imposible elevar el empleo en una economía que no crece porque no genera confianza.

Poco importa que esos recursos que recibe la gente terminan usándose en la misma cadena económica donde está el comercio tradicional y la captura fiscal del propio gobierno, manteniendo a la gente en un círculo vicioso dependiente del gobierno que lo que menos representa es la prosperidad para los más pobres.

Para salir del estancamiento el país necesita desatarse del presidencialismo anquilosado, así como de un sistema electoral donde el que gana, gana todo, y nadie lo puede controlar y de la sumisión según convenga al ejecutivo de turno.

¿Para qué aspirar al poder sino saben ni pueden hacer la diferencia?

“El lenguaje político esta diseñado para que las mentiras suenen como verdaderas, el asesinato respetable, y dar la apariencia de solidez al viento”, George Orwell.

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Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: lostubos
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